Chocolates y Cerezas {Alice F.}

Después de otra mañana larga y rutinaria en el trabajo, ya era el horario de colación, muchos de mis compañeros que trabajaban en la fiscalia se iban a un parque cercano a almorzar, muchas veces me invitaban pero gentilmente me negaba, no tenía las ganas de compartir con ellos, ya que eventualmente ellos comenzarían a interrogarme sobre mi estilo de vida, mi hogar, mi familia, mis pasatiempos y cualquier otro tipo de cosas que se preguntan cuando se entabla un vinculo con algún ser humano. No creo que sea una buena idea decirles que en verdad mi estilo es como en la antigüedad, que mi hogar es una mansión del siglo XIII, que mi familia son todos los vástagos que existen en el mundo y mis pasatiempos es dirigir a la sociedad vampírica y humana desde las sombras. ¡Vaya impresión que causaría! Tacharme como loca y que eso llegue a los oídos de las autoridades humanas, pero aun peor, a los mas antiguos de los vampiros de mi clan y me reprendan con el letargo por haber faltado a las costumbres ventrues, de convivir con los humanos y que ellos no descubran tu verdadera identidad. Prefería evitar todo ese espectáculo, que era bastante innecesario en mi posición. Por eso siempre me dirijo a un restaurante, el cual aparte de quedar a pocos minutos a pie de mi trabajo, sino también se puede tomar un café pacíficamente. En ese preciso me levante de mi escritorio, arregle mi falda y procedí a encaminarme hacía mi destino. Era un día muy soleado para mi gusto, pero era algo inevitable ya que aun era verano.

A mi alrededor había bastante ruido, gritos de personas ofreciendo algún tipo de productos, extranjeros tratando de hablar nuestro idioma con la ayuda de algún diccionario, pequeños corriendo y/o peleando en las calles, junto a ellos sus padres aprendiéndolos por su mal comportamiento, el sonido de bocinas y tubos de escapes. No encontraba la hora de llegar a aquel lugar.

Para ser un restaurante se encontraba bastante apartado de aquel caos que existía en el centro. Sin percatarme ya me encontraba a escasos metros del lugar, se notaba la diferencia.. era todo mas tranquilo, a lo largo de la calle no llegaba los rayos del sol, debido a que estaba repleto de arboles. Era simplemente hermoso.

Cuando llegue al local me acerque a un mozo y le dije de manera firme, pero sin perder mi delicadeza femenina.
¿Hay alguna mesa disponible?- arreglándome algunas mechas de mi cabello, mirando directamente a los ojos de aquel joven

Por..Por supuesto- Musitó anonadado, razón que ignoro - Al fondo a la derecha. Perdón, no encontré otra ubicación, estamos repletos - hizo una tímida reverencia.

No te preocupes, esta bien - incline levemente mi cabeza y entre cerré mis ojos de manera mas relaja que podía. La verdad me hubiera gustado tomar café en la terraza y de ahí en un rato mas, beber algo de sangre. Obviamente no cualquier sangre, solo sangre de sangre azul. Menos mal que conocía a alguien en el servicio médico real, para que ellos a través de manera mensual se sacaran sangre y este personaje que conocía me la enviará a mi hogar. Claro está, este al igual que yo, era un ventrue. Procedí a sentarme, mientras acomodaba mi maletín en una silla, tome la carta y pedí mi café. Mientras esperaba a que llegara, no pude evitar escuchar a la chica que se encontraba a escasos metros de mi mesa, la cual pedía un postre de chocolate. Era extraño que le hubiera prestado atención a aquello. Y sin querer me la quede mirando.

Durante varios minutos la observe, como lo imaginé, era bastante interesante. Miraba nerviosamente hacía su alrededor con movimientos en sus manos muy particulares.
Si mi intuición no fallaba esa chica debía ser una Malkavian, se veía en sus acciones. Bebí un poco de mi café y continúe observando a mi alrededor, de repente, nuestras miradas con aquella chica se cruzaron, estaba murmurando algo para ella misma.

Uh..interesante - Murmuré con una sonrisa burlona en mi rostro, de cualquier manera tratándose de una Malkavian debía tener cuidado, sobre todo ya que desconocía su trastorno. Ellos son bastantes peligrosos, a pesar que a lo largo de la existencia de nuestros clanes ellos han sido nuestros aliados, pero no siempre lo han sido. De cualquier forma todos los clanes pese a la desconfianza que le tenemos son necesarios, para continuar siendo los "señores" de los vástagos y el ganado, tenía que relevarle funciones a los demás miembros de la secta, ya que ellos no podían hacer todo solo. Suspiré y hablaba para mis adentros. "A veces esto es bastante molesto".

El tiempo transcurría lentamente, casi toda la gente de a mi alrededor, se volvieron sombras, solo me dedicaba a ver aquella pequeña. Tenía curiosidad, ya que ella podría servirme bastante, al no tener mucho tiempo para dedicarme a investigar acerca de los movimientos del Sabbat en Londres, me hacía falta una ayudante con habilidades bastantes interesantes. No obstante, debía atraer su atención. Llame a un mozo, le pedí lápiz y papel, este me lo trajo al cabo de unos instantes y le agradecí delicadamente haciéndole sonrojar débilmente y procedí a escribir con un lápiz azul. "No sé si tu lo habrás notado, pero yo sí que tu eres alguien bastante fuera lo común, no eres un ser cualquiera. Y si accedes, quizá podremos disfrutar juntas algún líquido rojo. ¿Qué te parece?".

Llamé nuevamente a aquel chico, y casi en un murmuro le ordene que fuera a dejarle aquel trozo de papel a la chica que se encontraba al frente mío, acaricie mi cabello mientras le hablaba y inmediatamente lo fue a entregar. Esperaba que ella me mirara, y cuando lo hiciera le enseñaría mis colmillos, para que logrará confiar en mi.

Después de unos minutos de haber recibido mi mensaje, la chica empezó a esbozar distintas expresiones en su rostro. Era entretenido ser un espectador y guionista de aquel escenario, ya que tenia un magnifico desenlace. No pensé que ella caería tan rápido. Si no me equivocaba ella estaba a punto de caer en el frenesí, de cualquier forma solo era una suposición, eso si, menos mal que un vástago tan amable como yo, le ofreciera un aperitivo tan seductor como es aquel elixir rojo que todos nosotros atesoramos tanto.
Tomé el pedazo de papel que me llego de su mesa, al parecer ella había notado mi presencia y como pensé picó el anzuelo, eso me extasío ya que el movimiento fue preciso y no causo el efecto contrarío. Entonces, terminó su café, pago la cuenta, se levanto y fue a sentarte a la mesa de aquella chica.

Se acercó y mientras corría el asiento para sentarse anunció. ¿Puedo sentarme en tu mesa? - Se acomodo en aquel sitio y continúo.
Debo empezar por presentarme correctamente, me llamo Alice Friendrich ¿y tu querida? - Ya había pasado mas de media hora y debió ya haber regresado a la fiscalia, pero en vez de eso saco su celular y envió un texto a unas de sus colegas, diciendo en el que había surgido una emergencia "familiar" y que si la necesitaban por algún motivo le enviará un e-mail. Entonces , colocó sus codos al borde de la mesita, mientras entrelazaba los dedos de sus manos.

Creo que debemos ir directo al grano ¿No te parece? La verdad tu presencia en este lugar me llamo la atención, me preguntaba que hace aquí tan encantadora Malkavian. Nunca pensé encontrarme con alguien tan particular como tu, no quiero sonar grosera, pero me intriga bastante - Inquirí con una leve pincelada de suspicacia. Obviamente quería que fuera mi aliada y como no, si le estaba ofreciendo una apetitosa presa, pero antes que nada tenía que recompensarme con información. El local estaba cada vez mas vacío ya que todos se retiraban nuevamente hacía sus respectivos trabajos, para nosotras dos era mas fácil tener una conversación mas privada en ese instante.
Mientras esperaba su contestación, la observé detenidamente para ver cualquier reacción en su rostro y así lograr descubrir cual era su "talento".

Cuando aquella Malkavian asintió, me sentí mas cómoda para entablar la conversación. Puse mis manos entrelazadas sobre la mesa y estuve escuchándola atentamente, porque no quería que ella se ofendiera y por sobre todo que esta no se aprovechara de la situación para gastarme una broma de mala gana. Era algo tan típico en ellos, que tenía que actuar con cautela.

- Soy muchas personas y a la vez ninguna, pero hoy tú me conocerás como Liunóg Ivanoir – Al escuchar aquello, algo vibró en mi interior y no pude evitar esbozar una sonrisa débil. .ya estaba acostumbrado a eso. Esta conversación no iba a ser una total pérdida de tiempo. Sabía que sería que sería útil, pero nunca lo imagine que fuera tanto. Tenía que reconocer, que iba a ser mas complicado, debido a que no era solo una persona. – Vaya, así que eres muchas personas y a la vez ninguna..– Repetí esas palabras mirando al vacío, hice una pausa y continúe – Entonces, mucho gusto Liunóg Ivanoir – sonreí amablemente.

Aquellas expresiones a estas alturas me salían naturales. Al tener una vida como la mía tener que tratar con gente y aquellos vejestorios que vienen a molestarme una vez al mes con sus aburridas juntas.Al recordar aquello, fruncí el ceño y volví en si inmediatamente. Eso independientemente que su presencia me molesta cuando empiezan a hablar cosas tan mundanas, debo reconocer que gracias a ellos, me sabía al derecho y al revés el protocolo. Pero en ese momento no iba al caso. Le miré de reojo mientras veía mi celular, tenía que hacer que saliera su otras personalidades deseaba saber acerca de "ellas" – Pero dime, aun así cuando llegaste acá ¿Por qué no nos buscaste? – La observé extrañada, era intrigante saber que pensaba de verdad. Siempre todos nos tratábamos con tanto tacto, que era realmente aburrido. Hablábamos lo menos posibles entre nosotros por temor a que por un error de nosotros produjéramos un desenlace caótico. Ahora no me importaba tener tacto, ya que si ella hacía algo, tendría que exponerse y no creo que era tan tonta como para hacer eso. De cualquier forma, si esa conversación se salía de control, ignoraría aquel impulso que me estaba invadiendo por completo,