Dulce locura, fuego y agua~ [Libre]

Hacía una noche muy bonita; la luna llena brillaba en lo alto, y Shu no podía pasársela en su casa toda la noche adelantando trabajo para la universidad... podían conocerlo como el mejor que habían tenido nunca por su gran "eficiencia" (debida a la inexistente necesidad de dormir que poseía...), pero tampoco iba a pasarse tanto como para no disfrutar un poco de noches como aquella en hacer sus tonterías.
A pesar de todo y tal y como imaginaba, un grupo de sus alumnos más curiosos lo esperaban a las puertas de su mansión en Mayfair, seguramente dispuestos a descubrir aquella noche si su profesor efectivamente les decía la verdad cuando afirmaba no saber nada de ese loco adorable que vagaba por las calles de Londres por la noche y que tanto se parecía físicamente a él.

Por culpa de eso (pobrecito de él...) tuvo que subir a una de las torres de la residencia y aprovechar la oscuridad que rodeaba la propiedad para saltar a toda velocidad contra las copas de unos árboles cercanos, desapareciendo del lugar dejando tras de sí únicamente una estela de hojas cayendo a un ritmo demasiado lento para parecerse al que el alocado vampiro llevaba.
Sonriendo de pura diversión, el vástago casi voló entre los árboles, en cuando la naturaleza terminó y comenzaron las calles descendiendo discretamente al nivel del suelo, repentinamente apareciendo entre los viandantes nocturnos que apenas pudieron dar crédito a sus ojos cuando de entre las sombras surgió un joven de cabellos de fuego canturreando alegremente en japonés y dando vueltas sobre sí mismo con gracilidad mientras avanzaba al mismo tiempo entre ellos, esquivando a cualquiera que se cruzase en su caótica "trayectoria" con suma facilidad y sin detenerse.

Sus pasitos ligeros y elegantes pronto se volvieron zancadas, y sin sobrepasar la velocidad que podría tener un humano normal, Shu se dirigió presto hacia el Tower Bridge, cruzando por las aceras peatonales que había por ambos lados del puente para alcanzar el encantador parque al que últimamente le encantaba ir a la hora en la que los aspersores regaban el aún fresco césped de aquella zona menos oscura de lo habitual en aquella ciudad... alcanzando a llegar a tiempo también en aquella ocasión, nada más pisar aquel lugar siendo recibido por los ligeros chorros de agua, riendo cantarinamente como un niño pequeño y saltando y dando vueltas como un auténtico lunático descuidado, mojándose la ajustada camisa de mangas largas negra que llevaba puesta y los holgados pantalones de deporte, disfrutando especialmente del frescor de sus pies descalzos.

Un olor ligeramente desagradable llenó las fosas nasales de Shu, y sus sentidos lo avisaron de su presencia mucho antes de que cierta persona apareciese y le hablase de aquella estrambótica... aunque bueno, no es como si él fuese algo distinto a precisamente ese adjetivo como para andar diciéndolo de los demás con total libertad...
Sus inquietantes ojos rojos se habían girado hacia la recién llegada, de hecho la única que lo acompañaba en el parque, y posando apenas uno de sus pies en la tierra tras uno de sus numerosos saltitos, se había dado un ligero impulso... acabando frente a la mujer, a escasos milímetros de su persona, oliéndola de cerca como si no hubiese recorrido casi veinte metros de distancia en milésimas de segundo.
- No hueles a dulce -observó, parpadeando levemente-, y de todos modos yo no puedo tomarlos -esbozó una encantadora sonrisa torcida y ladeó la cabeza-. Si fueses algo más apetecible podría comerte a ti... pero no me gustan las mujeres -hizo un leve puchero de "oh, que pena..."... y entonces tomó las manos de la pelirosa con las suyas propias, haciendo que la aparentemente joven muchacha se pusiese a bailorear con él por encima de la hierba, dando vueltas agarrándola de aquella manera como si fuese alguna especie de bailecillo popular.

- ¡Bueno, al menos puedes jugar un ratito conmigo~! -canturreó por encima del sonido del agua bajo la que los metió, riendo como un niño pequeño con un juguete nuevo en el momento en el que el gélido líquido volvió a lamer sus ropas y su piel.
Repentinamente se aburrió, y sin que pudiese predecirse de alguna manera, soltó las manos de la chica e hizo una pirueta, saltando por encima de ella y cayendo a sus espaldas con elegancia, dándose otro impulso en tierra para alcanzar un árbol más o menos cercano, agarrar se a una rama baja y dar una vuelta sobre ella para acabar sentado sobre su rugosa superficie, mirando ahora a la pelirrosa desde allí.
- Cambié de idea, ¿quieres jugar a palabras encadenadas? Yo soy muy bueno, nadie puede vencerme si no le dejo, ¡empiezo yo! -dijo todo aquello de carrerilla, sin darle tiempo a la otra de replicar.

- Veo, veoooo... ¡Un árbol! Uhm... no... así no podrías encadenar una palabra, ya que ya la sabrías, mi culpa... ¡algo alto! ¡Y verde! ¡Y... erm... con hojas! -parpadeó levemente, soltando aquella parrafada sin sentido y quedándose tan ancho... bueno, casi, ya que el balanceo de su cuerpo sobre la rama que había empezado al mismo tiempo que su monólogo no se detuvo, crujiendo levemente la corteza del árbol bajo aquel movimiento constante y exagerado, como todo en el chico pelirrojo.

- ¡Ah! ¡Pero la razón de eso es sencilla de averiguar! -le guiñó un ojo- Yo sólo soy comestible después de beber vino... -le susurró como si fuese el secreto más inconfesable de su repertorio para a continuación tomarla de las manos y ponerse a "bailar" con ella bajo los fríos chorritos de agua que los empaparon a ambos... antes de que volviese a aburrirse de la situación y su mente saltase a otra cosa, saltando su cuerpo a la rama de aquel árbol y proponiendo aquella especie de "juego" que ni era juego ni era nada coherente y que sin embargo en un principio pareció agradar a la muchacha... no pareciéndolo en absoluto cuando vio que aquello no tenía ni pies ni cabeza.

- Uuuuhm... supongo que quizá tienes razón, si no lo conoces no puede hacerse gran cos... -la chica se lanzó sobre él, y en su precaria posición sobre la rama sin duda lo habría derribado... si no fuese porque su fuerza no era precisamente escasa, y sus manos se aferraban firmemente a la, por suerte, gruesa rama, que crujió estruendosamente cuando la chica lo empujó y pasó volando por encima del pelirrojo... que dio una vuelta completa sobre la rama, quedando en la misma posición de antes, aunque aparentemente algo mareado.
- Wow... me gusta que no te guste perder -se dio otra vuelta sobre la rama, esta vez quedando boca abajo para mirarla en esa postura, como un murciélago-. Soy... eh... uhm... ¿quién era yo? -hizo una mueca, para cuando alzó su mirada perdida durante unos segundos viendo a la otra salir corriendo en aquel juego del pilla pilla... que por supuesto él mismo no "pilló".

- Uuuuuuuuh~ -entusiasmado, saltó al suelo cayendo de pie ágilmente- ¡Hacía mucho que no jugaba al tiro al blanco! ¡Gracias por ofrecerteee! -exclamó, entusiasmado... antes de girarse y agarrar el árbol sobre el que había estado sentado, tras comprobar que no había nadie en las proximidades arrancándolo del suelo con la facilidad con la que una persona normal levantaría una caja de cartón vacía... y lanzándola con puntería certera hacia el lugar al que iba a dirigirse la muchacha pelirosa si mantenía el rumbo... a continuación agarrando uno de los bancos cercanos y lanzándolo también hacia una de las dos rutas alternativas que la muchacha podría tomar en caso de que cambiase de rumbo si percibía el primer proyectil, tomando otro banco para lanzarlo y culminar de sellar sus posibles salidas. Todo aquello lo hizo en apenas unos segundos, moviéndose raudo por el campo para alcanzar y lanzar todos aquellos proyectiles con la "mejor" de las intenciones, jugando de aquella manera tan especial que únicamente entendían los locos... que podían lanzar árboles como si fuesen pelotas de baloncesto...